Pues este hombre leyo triptofanito en su infancia Y EL EXPRESO SU COMENTARIO ASI:
GERARDO DE LA CRUZ:
Recuerdo que entre los libros predilectos de mi hermano mayor se hallaba Triptofanito. Un viaje por el Cuerpo Humano, de Julio Frenk. No estoy seguro, pero me parece que fue una de las tres lecturas obligatorias señaladas por el profesor Lazcano, del salón 61 del Instituto México Primaria. Entonces, mi hermano leía poco… bueno, en realidad no leía, ni siquiera en voz alta. Pero durante el bachillerato cultivó un particular gusto por la lectura que cosechó a plenitud en la universidad.
En esos años, Arturo –mi hermano– se volvió insoportable. Es verdad que siempre tuvo cierta inclinación por el adoctrinamiento, la cual supo encauzar oportunamente en las aulas de clase muchos años después. Pero entretanto, puesto que compartíamos la habitación, Arturo encontró en su hermano menor, o sea yo, al conejillo de indias perfecto. Así medio aprendí, antes que la mayoría de mis compañeros de clase, algunos detalles del funcionamiento del cuerpo humano.
Recuerdo también que no hubo materia más detestable para mí, durante la primaria, que las ciencias naturales; que en la secundaria, la única asignatura que aborrecí fue biología, y anatomía en la preparatoria. De ahí que si algo tuve cierto al momento de optar por una carrera universitaria, era que mi profesión no tendría relación alguna con el área de las ciencias naturales. Sin embargo, he de confesar que si alguien, que no fuera mi hermano, me hubiese orientado en la diversión de mis lecturas, quizá mi aversión sería menor. Y es en este punto que vuelvo al objeto de este comentario: Triptofanito.
Pero antes de hablar de Triptofanito. Un viaje al Cuerpo Humano es importante aclarar que no es una novela ni un cuento largo; quizás el género más afín a esta historia es el relato, o sencillamente una ficción. Julio Frenk, el autor, lo escribió a los diecinueve años, mientras cursaba el primer año de medicina, y en 1978 fue publicado bajo el sello editorial Joaquín Mortiz (ahora Planeta-Mortiz).
Triptofanito es la sencilla y divertida relación de las aventuras de una familia de aminoácidos que viven en un huevo, impacientes por aventurarse en el Cuerpo Humano, el más grande de los reinos del que tienen noticias, cuyo rey es nada menos que el Granjero. Todos los aminoácidos son muy curiosos y valientes, pero nadie es tan impaciente ni arrojado como Triptofanito, su líder, quien junto con Lisina, Glutamito, Eritrocito y otros singulares personajes emprenden un largo recorrido por el Cuerpo Humano.
Los aminoácidos, que esperaron una eternidad para conocer finalmente ese lugar complejo y maravilloso, comienzan el corrido dentro del reino del Granjero en el Estómago, donde se encuentran al coqueto y marcial General Pepsina, algo así como el regente de esta parte del cuerpo, y quien les explica el funcionamiento de ese condado del Cuerpo Humano. Triptofanito y sus amigos no permanecen mucho tiempo en el Estómago, inmediatamente siguen su viaje hacia el Intestino Delgado, donde deciden conocer el Cuerpo Humano de principio a fin. Así, Triptofanito y sus compañeros aminoácidos conocen el Corazón, el Hígado, el Sistema Nervioso y, adonde van Triptofanito y sus compañeros aminoácidos, encuentran y hacen buenos amigos, incluso se encuentran con sus parientes lejanos, las proteínas.
En el Cuerpo Humano todos son importantes; sin embargo, tal vez sean el torrente sanguíneo y las células los más importantes, pues es a través del primero que Triptofanito y compañía viajan, como en un tren, pero que en lugar de vías tiene sangre, y venas por vagones. Las células son el grueso de la población trabajadora; a doquiera que van los aminoácidos se topan con las células.
Es un viaje largo el de Triptofanito, pero no está exento de aventuras. Los peligros que hallan en el Cuerpo Humano son múltiples. En principio, los distintos órganos del cuerpo no son tan accesibles como el estómago. Hay condados que deben conquistar, como el Corazón, y enemigos que enfrentar, como a las terribles huestes del cruel Coronel Magueyanes, quien se apoderó del Hígado el mismo día en que el Granjero comenzó a beber y a fumar. Tampoco carece de la necesaria historia romántica entre Lisina y Triptofanito.
Triptofanito. Un viaje por el Cuerpo Humano es una eficaz forma de explicar con claridad y de manera entretenida el funcionamiento del cuerpo, desde procesos químicos hasta el movimiento de los músculos. La estructura que sigue Julio Frenk es un tanto esquemática, en cuanto que supedita la aventura a un afán didáctico; sin embargo, las peripecias y los personajes animan la lectura.
El aprendizaje de las diversas materias que integran las llamadas ciencias naturales puede ser pesada, incluso monótona –a diferencia, por ejemplo, de la historia–, y en muchos casos el mismo programa de enseñanza orilla a los maestros a privilegiar la memorización sobre la comprensión, de tal suerte que, al cabo de algunos años, los alumnos son capaces, en mayor o menor medida, de identificar cada parte del cuerpo humano: los músculos, los huesos, los órganos, etc., pero incapaces de explicar qué relación tienen, digamos, el estómago y esófago, o para qué sirve el páncreas.
Para aquellos que –como yo en mi etapa de estudiante– sufren la biología o luchan contra la anatomía para pasar un examen; para aquellos que –como mi hermano Arturo– gustan de involucrarse en temas semejantes, comentarlos y dar lecciones al respecto, hallarán en Triptofanito un respiro, nuevos aires y, sobre todo, una forma divertida de aprender y comprender bien esa compleja maquinaria que es el cuerpo humano, amén de fomentar el placer de la lectura. Todo esto, como suele decirse, sin querer queriendo.
En esos años, Arturo –mi hermano– se volvió insoportable. Es verdad que siempre tuvo cierta inclinación por el adoctrinamiento, la cual supo encauzar oportunamente en las aulas de clase muchos años después. Pero entretanto, puesto que compartíamos la habitación, Arturo encontró en su hermano menor, o sea yo, al conejillo de indias perfecto. Así medio aprendí, antes que la mayoría de mis compañeros de clase, algunos detalles del funcionamiento del cuerpo humano.
Recuerdo también que no hubo materia más detestable para mí, durante la primaria, que las ciencias naturales; que en la secundaria, la única asignatura que aborrecí fue biología, y anatomía en la preparatoria. De ahí que si algo tuve cierto al momento de optar por una carrera universitaria, era que mi profesión no tendría relación alguna con el área de las ciencias naturales. Sin embargo, he de confesar que si alguien, que no fuera mi hermano, me hubiese orientado en la diversión de mis lecturas, quizá mi aversión sería menor. Y es en este punto que vuelvo al objeto de este comentario: Triptofanito.
Pero antes de hablar de Triptofanito. Un viaje al Cuerpo Humano es importante aclarar que no es una novela ni un cuento largo; quizás el género más afín a esta historia es el relato, o sencillamente una ficción. Julio Frenk, el autor, lo escribió a los diecinueve años, mientras cursaba el primer año de medicina, y en 1978 fue publicado bajo el sello editorial Joaquín Mortiz (ahora Planeta-Mortiz).
Triptofanito es la sencilla y divertida relación de las aventuras de una familia de aminoácidos que viven en un huevo, impacientes por aventurarse en el Cuerpo Humano, el más grande de los reinos del que tienen noticias, cuyo rey es nada menos que el Granjero. Todos los aminoácidos son muy curiosos y valientes, pero nadie es tan impaciente ni arrojado como Triptofanito, su líder, quien junto con Lisina, Glutamito, Eritrocito y otros singulares personajes emprenden un largo recorrido por el Cuerpo Humano.
Los aminoácidos, que esperaron una eternidad para conocer finalmente ese lugar complejo y maravilloso, comienzan el corrido dentro del reino del Granjero en el Estómago, donde se encuentran al coqueto y marcial General Pepsina, algo así como el regente de esta parte del cuerpo, y quien les explica el funcionamiento de ese condado del Cuerpo Humano. Triptofanito y sus amigos no permanecen mucho tiempo en el Estómago, inmediatamente siguen su viaje hacia el Intestino Delgado, donde deciden conocer el Cuerpo Humano de principio a fin. Así, Triptofanito y sus compañeros aminoácidos conocen el Corazón, el Hígado, el Sistema Nervioso y, adonde van Triptofanito y sus compañeros aminoácidos, encuentran y hacen buenos amigos, incluso se encuentran con sus parientes lejanos, las proteínas.
En el Cuerpo Humano todos son importantes; sin embargo, tal vez sean el torrente sanguíneo y las células los más importantes, pues es a través del primero que Triptofanito y compañía viajan, como en un tren, pero que en lugar de vías tiene sangre, y venas por vagones. Las células son el grueso de la población trabajadora; a doquiera que van los aminoácidos se topan con las células.
Es un viaje largo el de Triptofanito, pero no está exento de aventuras. Los peligros que hallan en el Cuerpo Humano son múltiples. En principio, los distintos órganos del cuerpo no son tan accesibles como el estómago. Hay condados que deben conquistar, como el Corazón, y enemigos que enfrentar, como a las terribles huestes del cruel Coronel Magueyanes, quien se apoderó del Hígado el mismo día en que el Granjero comenzó a beber y a fumar. Tampoco carece de la necesaria historia romántica entre Lisina y Triptofanito.
Triptofanito. Un viaje por el Cuerpo Humano es una eficaz forma de explicar con claridad y de manera entretenida el funcionamiento del cuerpo, desde procesos químicos hasta el movimiento de los músculos. La estructura que sigue Julio Frenk es un tanto esquemática, en cuanto que supedita la aventura a un afán didáctico; sin embargo, las peripecias y los personajes animan la lectura.
El aprendizaje de las diversas materias que integran las llamadas ciencias naturales puede ser pesada, incluso monótona –a diferencia, por ejemplo, de la historia–, y en muchos casos el mismo programa de enseñanza orilla a los maestros a privilegiar la memorización sobre la comprensión, de tal suerte que, al cabo de algunos años, los alumnos son capaces, en mayor o menor medida, de identificar cada parte del cuerpo humano: los músculos, los huesos, los órganos, etc., pero incapaces de explicar qué relación tienen, digamos, el estómago y esófago, o para qué sirve el páncreas.
Para aquellos que –como yo en mi etapa de estudiante– sufren la biología o luchan contra la anatomía para pasar un examen; para aquellos que –como mi hermano Arturo– gustan de involucrarse en temas semejantes, comentarlos y dar lecciones al respecto, hallarán en Triptofanito un respiro, nuevos aires y, sobre todo, una forma divertida de aprender y comprender bien esa compleja maquinaria que es el cuerpo humano, amén de fomentar el placer de la lectura. Todo esto, como suele decirse, sin querer queriendo.
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